Escritora se acercó al alfeizar de la ventana. Cerró los ojos un momento. Un suave brisa se acercó a saludarla, colándose en la habitación meciendo las cortinas, como si quisiera llamar la atención y que todos vieran lo importante que era allí su presencia. Unas cuantas hojas volaron del escritorio. Nadie se molestó en recogerlas porque todas estaban en blanco. Escritora últimamente no escribía.
La melodía se detuvo y los ojos de ella se abrieron de golpe. Cuando se giró, él ya no estaba. ¿Para qué iba a molestarse en estar si ya no pintaba* nada?
Es raro. A veces dos personas se inspiran mucho y parece que sus musas jamás van a apagarse y, de repente, todo se queda en blanco.
*Literal y explícitamente.
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